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Pero el acusador contestó al Señor:

—Mientras no lo tocan a uno en su propio pellejo, todo va bien. El hombre está dispuesto a sacrificarlo todo por salvar su vida. Pero tócalo en su propia persona y verás cómo te maldice en tu propia cara.

El Señor respondió al acusador:

—Está bien, haz con él lo que quieras, con tal de que respetes su vida.

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